

Yunior y Yasiel
Los retos de organizar una boda grande en La Habana
Organizar una boda grande en La Habana es siempre un reto. Pero en este caso, el desafío fue mayor: dos locaciones tan grandes como emblemáticas, más de 300 invitados, un apagón nacional… y, aun así, una celebración que desbordó alegría.
La Divina Pastora acogió la ceremonia y la cena, con una vista abrumadora hacia una ciudad que esa noche permanecía a oscuras. Y la Plaza de La Cabaña fue el escenario perfecto para una fiesta intensa, vibrante, hasta el amanecer.
Una de esas historias que solo pueden escribirse cuando hay amor, gente que acompaña y un equipo dispuesto a darlo todo, incluso en medio de lo inesperado.

Proveedores:
Coordinación, Diseño y Decoración :
Aire de Fiesta
Fotos:
Estudio Aires
Flores:
Vestuario de los novios:
Lugares:
La Divina Pastora y La Cabaña




Distintos ritmos, mismo rumbo
Yasiel comenzó el día rodeado de su gente, con un traje hecho a medida por Color Café Habana, un boutonniere de Florería Islaflor y un cartel enorme frente al balcón donde se preparaba que decía: “Yasi, te amo”. Era cosa de Yunior, claro. Una de esas formas suyas de querer bonito y sin miedo.
Yunior, en cambio, convirtió sus preparativos en una fiesta. Brindis, música, amigos y esa energía suya que lo atraviesa todo. También vistió un traje de Color Café y estaba listo para celebrar desde temprano. Cada uno a su ritmo. Cada uno fiel a sí mismo.



La diseñadora, el boceto y el mensaje que acompañó el traje
Yunior junto a la creadora de los trajes. En sus manos, el boceto y la dedicatoria que acompañó cada prenda.


Una ceremonia clásica frente al mar
La ceremonia mantuvo un estilo clásico: flores en tonos pasteles, una estructura circular enmarcando el altar y el mar como fondo. Todo hablaba de ellos, pero sin exceso.
La música en vivo marcó el ritmo con elegancia: piano, violín, chelo y voces acompañaron cada instante. Always Remember Us This Way para la entrada, un Ave María para sostener el momento más solemne, y Hallelujah para cerrar con emoción contenida.









Entrada compartida, como sus caminos
Eligieron entrar juntos. Porque así viven, así caminan por la vida, y así quisieron empezar este día.
No fue una decisión tradicional, pero sí profundamente lógica para ellos. No tenía sentido que uno esperara al otro. Tampoco había jerarquías ni protocolos que cumplir. Solo dos personas que se eligen cada día, encontrándose a mitad del camino para avanzar de la mano.
Yasiel fue el primero en llegar. Yunior lo alcanzó poco después, acompañado hasta ese punto por su mamá. Fue su forma de honrar a quien llama su “novia eterna” y siempre ha estado a su lado.
Porque no hay una sola forma correcta de entrar a una boda. Las reglas no son obligatorias. Cada pareja puede —y debe— hacerlo como le haga sentido.
Y esta entrada fue eso: una declaración tranquila y poderosa de que ese día les pertenecía.
Y así como entraron, también salieron: juntos, al mismo ritmo, en el mismo rumbo.








El primer beso como esposos.
Después de tantas emociones e incertidumbres del día, este fue un instante vivido al máximo. Un gesto que condensó todo lo que significaba haber llegado hasta aquí.



Contar una historia en cada rincón
Desde el primer cartel, todo hablaba de Yunior y Yasiel. La decoración fue concebida como un reflejo de esa mezcla que los define: clásica en la forma, pero con giros inesperados. El logo diseñado por una amiga marcaba presencia en varios puntos. La ceremonia siguió una línea elegante, con flores en tonos pasteles y detalles cuidadosamente equilibrados. Pero ya desde entonces sabíamos que la fiesta rompería con todo. Aquí empieza el recorrido por cada rincón que ayudó a contar su historia.





Una elegante cena en la terraza de la Divina Pastora
La terraza de la Divina Pastora acogió la cena con una puesta en escena elegantísima: centros de mesa muy altos, mantelería de terciopelo rosa quemado, una paleta suave y arreglos florales impecables. Todo estaba pensado para compartir con los más cercanos y brindar antes de que la noche cambiara de ritmo.



Una pausa para ellos, con la ciudad detrás
Después de la ceremonia, salieron un momento solo ellos dos, La Habana de fondo y la luz del atardecer. No fue una sesión planeada al milímetro, fue simplemente estar juntos, reírse, abrazarse y disfrutar ese primer respiro ya como esposos.



Una entrada que marcó el ritmo
A la cena entraron bailando mientras los invitados agitaban las servilletas. La entrada fue una fiesta anticipada, una chispa que bastó para encenderlo todo. Porque cuando tienes un grupo dispuesto a vivir la noche al máximo, no hace falta más para que la celebración arranque con toda su fuerza.





De ceremonia íntima… a fiesta sin freno
Después de una ceremonia íntima y una cena elegante, tocaba cambiar el ritmo. Y vaya si lo hicieron.
La fiesta se trasladó a la Plaza de La Cabaña, dentro del complejo Morro-Cabaña, y allí se sumaron más de 300 invitados. Desde la entrada ya era claro que esto iba en serio: personajes de época recibían a los asistentes, trompetas anunciaban el comienzo, y de pronto, todo quedó a oscuras.
En el momento justo, un seguidor iluminó a los novios, que entraron montados en un coche de caballos. Fue una escena de película con sabor habanero, y la señal de que la verdadera fiesta acababa de empezar.




Una gran entrada para una gran boda
Trompetas en alto, personajes de época y el sonido de los cascos marcando el inicio. Yunior y Yasiel llegaron en carruaje, iluminados justo a tiempo. Fue una escena épica, de esas que no se olvidan





Del primer paso de baile al desborde total.
El baile comenzó solo con ellos dos, pero bastó un instante para que se sumara la corte… y la pista explotara. Luces, pantallas, varios DJs y un ambiente disco marcaron el inicio de una noche que no tenía freno.
No podía ser de otra manera. Yunior es el creador de King Bar, uno de los bares habaneros donde la fiesta se vive de verdad. Y su boda, claro, no fue la excepción.
La fiesta duró hasta el amanecer.



Esta gran boda se hizo en medio de lo inesperado: un apagón nacional
La víspera de la boda, el sistema eléctrico nacional colapsó. Cuba entera quedó sin electricidad. Acabábamos de terminar el ensayo general, con ambas locaciones a medio montar y la comida en marcha. No era un contratiempo menor.
Sin electricidad, todo se complica. Las redes fallan, los teléfonos no responden, los mensajes no llegan. Y en ese escenario, lo único que sostiene una boda es un equipo profesional y proveedores comprometidos.
Muchos equipos habrían cancelado por fuerza mayor. Nosotros no lo hicimos.
Esa misma mañana, los novios dudaban. Lloraron. Se preguntaron si seguir. Pero la mayoría de sus seres queridos ya estaba en Cuba. Muchos regresaban al día siguiente. Y eso pesó mucho.
La decisión no fue fácil pero decidieron seguir adelante.
Y nosotros, como equipo, asumimos el compromiso de llegar hasta el final.
Reorganizamos todo, buscamos soluciones, adaptamos cada parte del plan sin perder de vista lo esencial: que vivieran su boda al máximo.
Fue un reto enorme, pero también una muestra clara de lo que puede lograr un equipo que trabaja con entrega, experiencia y responsabilidad.
Salimos fortalecidos. Orgullosos de nuestros equipos de coordinación y montaje.
No todos los días organizas una boda grande en La Habana con más de 300 invitados… y mucho menos en condiciones como esas.
Porque hay días que se viven como una boda.
Y hay bodas que se enfrentan como una prueba de vida.
Esta fue ambas.
¿Cómo logramos bodas espectaculares incluso en medio de circunstancias extremas?
Contamos con un equipo entrenado, proveedores de confianza y un método de trabajo que se adapta a cada boda, incluso en circunstancias extremas. Si te interesa saber cómo organizamos y decoramos eventos de este nivel, visita nuestras páginas de Coordinación de bodas y Decoración de bodas.
COMPARTE ESTE MOMENTO