

Itzel y Randy
Regresar a Cuba para su boda: la decisión de esta pareja
Para Itzel y Randy, regresar a Cuba para su boda fue una decisión que tenía tanto de emocional como de natural. Aquí está la madre de él, aquí empezó todo, y La Habana sigue siendo su casa, aunque la vida los haya llevado lejos.
Boda de Itzel y Randy en La Divina Pastora
Una historia que empezó con un papelito
Itzel y Randy se conocen desde niños. Fueron compañeros en la escuela de ballet, y él era su crush secreto. Nunca pasó nada entonces, y sus caminos se separaron cuando ella emigró siendo adolescente.
Años después, ya adultos, volvieron a encontrarse fuera de Cuba. Ella lo ayudó a retomar su profesión y la conexión entre ellos fue creciendo de forma natural. Fue durante un viaje juntos a La Habana cuando revivieron uno de esos recuerdos simples y felices de la infancia: los papelitos que se pasaban en clase con la gran pregunta: “¿Sí o no?”. Él, que en la escuela nunca se lo había pasado, todavía tenía tiempo. Lo hizo entonces. Y por supuesto, ella marcó que sí. Así se hicieron novios.
Ese mismo papelito fue parte de la boda, enmarcado en un pequeño cuadro sobre la mesa presidencial. Son esos detalles personales, esas historias que los novios traen consigo, los que añaden ese toque auténtico y sentimental a cada boda.
La Divina Pastora: un lugar lugar espectacular para bodas
Regresar a Cuba para su boda no fue una decisión cualquiera. La familia de él está aquí, y hay personas sin las que simplemente no imaginaban ese día. Volver significaba celebrar con su gente, reencontrarse con su historia y hacerlo en el lugar que aún sienten como casa.
La Divina Pastora les ofrecía un jardín frente al mar, con la ciudad de fondo. Esa vista, con La Habana como símbolo detrás de todo, es lo que muchas parejas buscan cuando eligen este lugar. Para ellos, también tenía sentido.
La decoración: un greenery con personalidad y muchos detalles
El concepto de esta boda fue un greenery trabajado a fondo, desde el arco floral totalmente cubierto de blanco y verde para la ceremonia, hasta la disposición de las mesas, la iluminación y el ritmo visual del espacio.
Durante el día, el montaje ya se veía hermoso: el altar frente al mar, las sillas decoradas, la pista de baile pintada a mano en el centro y el montaje de la cena bajo faroles negros. Todo aportaba textura y estructura al jardín.
El enfoque partía además de un estilo muy personal: el de su propia casa. Rústico chic, con mucha madera, vegetación y una atmósfera cálida. Esa identidad se trasladó a cada elemento de la decoración, logrando que el espacio se sintiera muy de ellos.
Pero fue de noche cuando el ambiente alcanzó su punto más alto. Las luces cálidas, los faroles encendidos, el verde iluminado desde abajo: todo se transformó. La mesa presidencial se enmarcó con un diseño que retomaba la estructura de la ceremonia —madera y flores blancas—, pero esta vez con faroles colgantes, resaltando su lugar al fondo del montaje.
Y entre los detalles personales, algunos que marcaron la identidad de la boda:
– El mural de sombreros y abanicos a la entrada.
– El cartel con el cóctel favorito de la novia.
– Y el cuadrito sobre la mesa presidencial, con el papelito del “¿Sí o no?” que marcó el comienzo de todo.
Votos en privado
Itzel y Randy decidieron leerse los votos después de la ceremonia, a solas, frente al altar ya vacío. Sin micrófonos, sin discursos, solo ellos dos.
Aunque leer los votos durante la ceremonia es una de las partes más emocionantes, algunas parejas optan por hacerlo en privado. Porque a veces hay cosas que se quieren decir sin público, sin pausas, sin protocolo.
Cuando bailar no es solo bailar
Para abrir la pista, organizaron una secuencia de bailes con sus personas favoritas: él con su mamá, ella con su hermano y luego con su mamá. Se emocionaron mucho. Fue una manera de empezar la fiesta compartiendo con quienes han estado siempre.
Después, Itzel y Randy la abrieron juntos. Son bailarines de ballet clásico, pero los ritmos cubanos los bailan con una elegancia y un sabor que te mueres. Daba envidia verlos moverse: conectados, sueltos, disfrutando cada canción. Esta fiesta fue hecha para ellos.
La música no paró, la energía tampoco. Fue una noche vivida de principio a fin, con la alegría de estar de vuelta y celebrar como solo ellos saben hacerlo.
La experiencia Aire de Fiesta
Nosotros disfrutamos mucho cuando una pareja con la que llevamos meses —y a veces años— trabajando vive su boda a plenitud. Con Itzel y Randy fue exactamente así.
Siempre se lo decimos a los novios: lo más importante es que ese día se viva intensamente, porque pasa volando. Y verlos disfrutarlo desde el primer momento hasta el último, con tanta conexión con su historia y su gente, fue también especial para nosotros.
Acompañarlos en todo el proceso y estar ahí, cuando todo se hace realidad, sigue siendo el mejor recordatorio de por qué hacemos lo que hacemos.

Proveedores:
Coordinación, Diseño y Decoración : AIRE DE FIESTA
Fotos: Estudio Aires
Flores: Islaflor
MUA: Michel Rego
Lugar: La Divina Pastora
Pastel de bodas: La Habanera de Aguacate
Preparativos: Hotel Boutique El Candil


El vestido, antes de que empiece todo
El vestido colgado, la luz suave entrando por la ventana, y ese momento en el que todo empieza a sentirse real.








Una mañana tranquila en Hotel El Candil
Los preparativos de Itzel fueron en El Candil, un hotel boutique donde ya varias novias de Aire de Fiesta han vivido las primeras horas de su boda. Un espacio íntimo, elegante y perfecto para comenzar el día con calma.



El diseño de la mesa presidencial
Una puesta en escena floral en blanco, bajo farolas y un pórtico rústico siguiendo la línea de la ceremonia.











Entrada de Itzel junto a su papá
Con una sonrisa de oreja a oreja y la mirada puesta en el altar, Itzel avanzó del brazo de su papá. Fue un instante que combinó ternura, nervios y complicidad.





Un beso con La Habana al fondo
Bajo un pórtico de flores blancas y con la ciudad siempre de fondo, los novios sellaron su ceremonia con un beso.



El reel en tendencia que dejó fotos que no existirían
Una parte del reel se grabó durante el ensayo, la tarde anterior. Itzel y Randy quisieron hacer su versión de una tendencia que habían visto: grabar en el mismo lugar con ropa normal y luego, vestidos de novios.
Como bailarines, le dieron su propio giro. Literalmente. Al día siguiente, ya vestidos y justo después de la ceremonia, repitieron la toma frente al altar con una transición de ballet. Al dar un giro, aparecieron transformados.Gracias a ese reel hoy existen esas fotos, con poses de bailarines frente al altar que no habríamos tenido de otra manera.





Un instante solo para ellos
Justo después de la ceremonia, Itzel y Randy se quedaron solos frente al altar para leerse sus votos en privado. Sin testigos, solo ellos dos, la cámara y La Habana de fondo.





La decoración, aún más impresionante de noche
Si ya durante el día la decoración nos encantaba, de noche fue aún más espectacular. Las luces cálidas encendidas, los faroles colgantes y el verde iluminado desde abajo transformaron el espacio por completo.






Luz, abrazos y el primer baile
La pista de baile, decorada con dibujos florales blancos, se inauguró con abrazos sinceros bajo una luz que llenaba el espacio de calidez. Fue el inicio perfecto para una celebración cargada de emoción y belleza.





El momento de la liga, versión Itzel y Randy
La secuencia completa fue un show. Randy bailó delante de Itzel mientras ella reía sin parar. La hizo sentarse, siguió el ritmo con total entrega y, después de varios intentos —con más estilo que prisa—, logró quitarle la liga.
Una escena divertida que rompió con cualquier protocolo. Y como si no fuera suficiente, quien la atrapó se ganó también su momento: protagonizó un salto de bailarín que desató los aplausos.


Segundo look: lista para la pista
Nos encantó el estilismo de Itzel. Sin dejar de parecer la novia, cambió a un conjunto de pantalón con el que se adueñó de la pista. Cómoda, segura y lista para bailar como solo ella sabe.

