
Elena y Javier
boda en La Habana
Elena Tablada y Javier Ungría celebraron su gran día en un escenario cargado de historia y emoción. Esta boda en La Habana no solo fue un evento lleno de detalles espectaculares, sino también un homenaje a la familia de la novia, quien quiso casarse en la misma iglesia donde, setenta años atrás, lo hicieron sus abuelos.
Caja en blanco
El Hotel Packard, en La Habana Vieja, lugar elegido para los preparativos de los novios
Desde temprano, Elena se preparó en el Iberostar Grand Packard, en La Habana Vieja, acompañada por sus damas de honor y amigas más cercanas. Entre brindis con champán, los últimos retoques de maquillaje y peinado a cargo de Natalia Belda, y una sesión de fotos en la terraza con vistas a la ciudad, todo transcurrió en un ambiente relajado y emocionante.
Javier también tuvo sus preparativos en el mismo hotel, pero la planificación estuvo cuidadosamente coordinada para que no coincidieran. Rodeado de su hermano y amigos, comenzó la jornada con un brindis con cerveza y, una vez listo, salió antes del hotel para una sesión de fotos en los alrededores de La Habana Vieja.
Imprescindible en las bodas en La Habana: Autos Clásicos Icónicos
Javier eligió un clásico del que se enamoró en el Malecón y que, tras una intensa búsqueda por toda La Habana, logramos localizar. Finalmente, convencimos al propietario para que lo alquilara para la ocasión. Conduciendo él mismo este vehículo icónico, partió hacia la iglesia acompañado por su madre y madrina, quien destacó con un impactante vestido rojo. Antes de salir, las imágenes que nos regaló junto a su corte fueron un reflejo de la elegancia que marcaría el resto del día.
Mientras tanto, Elena llegó a la ceremonia en un Chevrolet Impala convertible rojo de los años 50, acompañada por su hija y su primo. Además de ser su padrino de bodas, él también quiso conducir el automóvil, añadiendo un toque aún más especial al momento.
Un Recorrido Inolvidable por La Habana de camino a la boda
La imagen del convertible avanzando por el Malecón, con su primo al volante y un característico sombrero, evocaba la esencia más auténtica de La Habana. Detrás de ellos, el cortejo nupcial los siguió en una caravana de autos clásicos que recorrió el Malecón en dirección a la iglesia. En algunos momentos, interactuaron con el convertible de Elena, sumando dinamismo y emoción a un trayecto que, sin duda, se convirtió en parte de la historia de la boda.
La ceremonia: historia y emoción en San Juan de Letrán
Casarse en La Habana no fue una decisión al azar. Para Elena, esta ciudad representa sus raíces, su historia y, sobre todo, el amor incondicional de sus abuelos, quienes la criaron y dejaron en ella una huella imborrable. El templo de San Juan de Letrán, ubicado en el Vedado, fue el lugar donde, setenta años atrás, ellos se dieron el “sí, quiero”. Volver a ese mismo altar para su boda no solo fue un homenaje a su legado, sino también la manera de sentirlos presentes en uno de los días más importantes de su vida.
Desde el inicio, la iglesia fue el punto de partida para definir el resto de la celebración. Una decoración greenery adornaba la entrada, con follajes que enmarcaban la puerta principal y las escaleras, realzando la belleza arquitectónica del templo y dando la bienvenida a los invitados con elegancia.
En el interior, los arreglos en cascada en los bancos, el altar y los pasillos laterales mantenían la armonía con la atmósfera clásica de la iglesia, al mismo tiempo que conectaban con la decoración de la cena al aire libre.
La selección musical reforzó ese sentido de continuidad entre pasado y presente.Un repertorio de canciones modernas interpretadas con instrumentos clásicos acompañó cada momento clave de la ceremonia. Además, una solista y un coro infantil llenaron el espacio con armonías emotivas, logrando una atmósfera solemne y conmovedora. Durante la entrada de los novios y los momentos más significativos, las interpretaciones de “True Colors” y “Everybody is Free” añadieron un matiz especial, convirtiendo cada instante en un tributo a la historia de Elena y a la memoria de quienes fueron su mayor inspiración.
El restaurante La Divina Pastora se convirtió en el lugar soñado para su boda en La Habana.
Elena y Javier se habían enamorado de La Divina Pastora en una visita anterior, cautivados por su encanto y las vistas panorámicas que ofrece de la bahía habanera y el Malecón. Al comenzar a planificar su boda, descubrieron que el restaurante estaba cerrado por un cambio de administración, lo que generó incertidumbre sobre su disponibilidad. Durante meses, exploramos otras alternativas, pero finalmente logramos confirmar la fecha en este espacio tan añorado por ellos. La administración del restaurante incluso adelantó la reapertura para poder celebrar la boda, convirtiéndose en el primer evento realizado allí tras su renovación.
Decoración: un tributo tropical a La Habana
Para la decoración, se buscó capturar la esencia tropical de Cuba a través de una cuidada selección de elementos naturales.
Desde el inicio, las alpinias, heliconias y aves del paraíso se convirtieron en protagonistas, destacando en cada rincón de la decoración. En especial, la alpinea, la flor preferida de Elena, tuvo un papel central en los arreglos florales, añadiendo un toque vibrante y personal a la ambientación. Junto a ellas, un elemento distintivo cobró especial importancia a lo largo de toda la boda: la piña. Más que un simple detalle decorativo, este fruto se convirtió en un símbolo central de la celebración, al punto de inspirar el logo de la boda. Por ello, se integró en todos los arreglos florales, aportando textura, color y una identidad visual coherente con el concepto del evento.
Para las mesas, se apostó por una composición donde las flores y frutas se disponían en una estética armoniosa y orgánica. Sin embargo, el elemento más especial de la decoración fue la mesa presidencial, que marcó un hito en la historia de Aire de Fiesta. Por primera vez, se estrenó la icónica mesa en forma de A columpio, un diseño innovador que suspendía un arreglo floral por encima de los novios. Además, de esta estructura colgaban delicadas luces, generando un efecto mágico y creando un punto focal impresionante dentro del espacio.
Otro detalle clave en la ambientación fueron los barriles desde donde se anclaron las estructuras de iluminación. Más que simples soportes, estos elementos se integraron al diseño convirtiéndose en jardineras repletas de follajes tropicales, reforzando la continuidad estética del evento y añadiendo un toque rústico al entorno..
La celebración: ritmo, tradición y sabores que no pueden faltar en una boda en La Habana
Se crearon espacios temáticos para que los invitados disfrutaran de una experiencia auténtica.
Entre las experiencias diseñadas para la ocasión se incluyeron:
- Seating chart que estuvo hecho a mano sobre hojas de heliconias, aportando un toque natural y exclusivo a la decoración.
- Rincón especial para degustar café carretero, el más tradicional de Cuba.
- Cigar bar, donde los invitados pudieron disfrutar de puros cubanos de distintas marcas y añejamientos.
- Área exclusiva con una selección de Havana Club en sus versiones premium, cuidadosamente maridado con los puros, ofreciendo una experiencia sensorial única que combinaba los mejores sabores de la isla.
Para la cena, se crearon estaciones de comida, a cargo de dos de los restaurantes más reconocidos de La Habana, ofreciendo una experiencia gastronómica variada y auténtica. Una de las estaciones sirvió un auténtico menú cubano, que incluyó lechón asado, yuca con mojo y tamal en cazuela, resaltando los sabores tradicionales de la isla.
Durante la fiesta, zanqueros con trajes vistosos de colores llenaron de alegría el ambiente, mientras la música en vivo y los DJ mantuvieron la energía hasta el amanecer, ofreciendo una experiencia inolvidable para los cerca de 200 invitados que llegaron desde varios lugares del mundo.
Una boda en La Habana llena de emoción:
Para Elena, su boda en La Habana no solo fue la materialización de un sueño, sino también un tributo a sus raíces y a su familia. “No puedo pedirle nada más a la vida. Soy muy afortunada por haber podido tener la boda más bonita que he presenciado. La gente… el lugar… la magia… los sentimientos…”, compartió emocionada.






La piña fue elegida por los novios como símbolo tropical de esta boda en La Habana
La piña tuvo un papel protagónico en la boda, no solo en la decoración, sino también en los momentos más significativos. El cofre en forma de piña guardaba los anillos, que fueron llevados hasta el altar por la hija de Elena, quien tuvo un papel muy especial en la ceremonia. Este símbolo, presente incluso en el logo de la boda, reflejaba la esencia cálida y tropical que marcó cada detalle del día.




Sesión de fotos en La Habana Vieja, el estilo y elegancia de esta boda
La jornada comenzó con una salida épica del Hotel Iberostar Grand Packard, donde Javier y su grupo de amigos descendieron con actitud y estilo por la icónica alfombra roja.
Luego, Javier tomó el volante de su coche biplaza, recorriendo las calles de La Habana. Cada imagen de este momento encapsula la emoción y la autenticidad de un día que quedará en la memoria de todos.



Casarse en la iglesia donde sus abuelos se casaron: el verdadero motivo de elegir La Habana para su boda
Elena llegó a la iglesia en un Chevrolet Impala convertible rojo de los años 50, conducido por su primo y padrino. En las imágenes, se percibe la solemnidad del momento: el auto ya estacionado en la entrada, mientras su primo y su hija la esperan para ayudarla a bajar.
Cada detalle de esta llegada refleja la importancia del instante: la elección del vehículo, la compañía cercana y el simbolismo de volver a un lugar con tanta historia para su familia.


San Juan de Letrán en La Habana, decorada de greenery para esta boda.
La iglesia de San Juan de Letrán se llenó de verde con una decoración basada en follaje variado y flores blancas. A lo largo del pasillo, los bancos fueron adornados con arreglos frondosos y velas, creando un ambiente fresco y elegante que conectaba con el estilo tropical de la recepción.
Entre las columnas, se situaron altos pedestales con arreglos de follaje y flores blancas, aportando altura y cerrando el espacio de la nave central.




Los niños entrando en la iglesia:
Como en todas las bodas, la entrada de los niños fue un momento especial. En esta ocasión, llevaron flores y carteles graciosos, lo que llenó la iglesia de ternura y sonrisas




El intercambio de las alianzas de boda
La hija de la novia tuvo un papel muy especial en la ceremonia, ya que fue la encargada de llevar los anillos. Sin duda, un momento lleno de emoción y significado para todos los presentes.






Recorrido en moto por La Habana: uno sus momentos preferidos de la boda
Los recién casados sorprendieron a todos al dejar la iglesia en una moto con sidecar, llevando consigo las banderas de Cuba y España. La cazadora de cuero con la inscripción Miss Ungría fue otro guiño inesperado que sumó personalidad al momento. La escena, espontánea y llena de energía, marcó el inicio de la siguiente etapa de la celebración en La Divina Pastora.



Un recibimiento con esencia cubana
Desde su llegada, los invitados fueron recibidos con sombreros de yarey cuidadosamente dispuestos en un mueble rústico, integrando el diseño tropical de la boda. Estos detalles no solo aportaron carácter a la ambientación, sino que también ofrecieron comodidad para disfrutar de la celebración al aire libre.
Más adelante, un cigar bar completaba la experiencia sensorial con una selección de puros cubanos y rones premium. Entre cajas de madera, piñas frescas y flores tropicales, cada elemento reforzaba la identidad cubana de la boda, invitando a los asistentes a disfrutar de los sabores y tradiciones de la isla.



Diseño y sofisticación en la mesa presidencial de esta boda con La Habana de fondo
Para la mesa presidencial, se estrenó un diseño en forma de A columpio, donde un gran arreglo floral flotante, repleto de follaje y flores tropicales, marcó el centro de la escena. Desde esta estructura colgaban luces cálidas, creando un ambiente íntimo y sofisticado al aire libre.
Cada detalle se pensó para mantener la coherencia con la estética tropical de la boda, incluyendo el uso de piñas como elemento decorativo, un símbolo clave en el diseño del evento e incluso en el logo de la boda. Con vistas a la bahía de La Habana y rodeada de mesas que seguían el mismo estilo exuberante, la mesa presidencial se convirtió en un punto focal de la recepció







La entrada de los novios a la recepción
Entre aplausos, los novios hicieron su entrada a la recepción bailando, mientras los invitados los recibían de pie, moviendo las servilletas al ritmo de la música. Un momento lleno de energía que marcó el inicio de la cena y de una celebración que prometía ser inolvidable.









Dos bailes que abrieron la fiesta:
La pista de baile, personalizada con el monograma de la boda, se convirtió en el escenario perfecto para su primer baile como esposos. Primero, comenzaron con una emotiva balada que capturó todas las miradas. Luego, sorprendieron a todos al cambiar el ritmo con una enérgica versión en salsa de ‘Uptown Funk’. La emoción creció aún más cuando los invitados se unieron a la pista, creando un momento lleno de ritmo y alegría.





Música en vivo, imprescindible en una boda de destino en La Habana:
Desde la ceremonia en la iglesia hasta la gran fiesta, la música en vivo marcó el ritmo de esta boda en La Habana. Para comenzar, un grupo tradicional acompañó el cóctel; luego, un concierto de salsa animó la fiesta y, para cerrar con broche de oro, la hora loca llenó la pista con tambores, zanqueros y pura energía. Si estás buscando ideas para integrar música en tu boda, te recomendamos este artículo de nuestro blog. ¿Música en vivo en bodas?

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