Mae y Pablo
Boda elegante con lujo silencioso en La Divina Pastora
Mae y Pablo querían una boda elegante en La Habana, sin excesos, pero llena de significado. Viven en España, pero decidieron volver a Cuba para reunir a sus familias en un día que celebrara mucho más que una unión legal.
Desde el principio, buscaron una estética sobria, natural, cuidada al detalle. Todo debía hablar de ellos: discretos, cercanos, con gusto por lo esencial. Flores blancas, verdes frescos y un diseño preciso envolvieron una ceremonia íntima, familiar y profundamente emotiva.
Proveedores:
Coordinación, Diseño y Decoración :
Aire de Fiesta
Flores:
Fotos:
Estudio Aires
Video:
Producciones Almendares:
Maquillaje:
Michel Rego
Preparativos:
Casa Italia
Lugar:
La Divina Pastora
Este video te resume lo que fue este día: preparativos cuidados al detalle, cóctel con música en vivo, cena elegante en la terraza y una fiesta llena de energía para cerrar. Luego, recorre la galería para ver más escenas y detalles de la boda de Mae y Pablo en La Divina Pastora.
Los preparativos en Casa Italia
El día comenzó en Casa Italia, un espacio que elegimos pensando más allá de la comodidad: tenía que dialogar con la estética de sencillez y elegancia de la boda.
La habitación seleccionada fue parte del concepto desde el inicio. La luz natural que entra por sus ventanales, los muebles y la manera en que todo se dispuso en el set de preparativos lograron una coherencia absoluta con la paleta blanco y verde.
Por eso insistimos en que los preparativos son parte esencial de la boda. El lugar donde se vive ese inicio marca la diferencia en fotos, en sensaciones y en la manera en que se conecta con el resto del día.
El Altar
El altar, completamente blanco, se decoró con flores y follaje que aportaban textura, color y movimiento. La composición, con alturas y formas irregulares, elevó el diseño sin romper la armonía. Una propuesta que hablaba de elegancia sutil, sin excesos.
Frente a ese escenario, Mae y Pablo se leyeron votos que escaparon de lo convencional. En lugar de riquezas materiales, se prometieron una vida intensa, rica en experiencias, y reconocieron el equipo invencible que forman juntos. Fue un momento íntimo y profundamente emotivo, donde cada palabra resonó con fuerza entre sus familias y amigos.
Atardecer, fotos, música en vivo y un photocall que se robó todas las miradas
Mientras los invitados comenzaban a disfrutar del atardecer en La Divina Pastora, Mae y Pablo aprovecharon ese tiempo para su sesión de fotos. Poco después se unieron a todos, que ya estaban coreando con Son Latino, un grupo de música tradicional cubana que convirtió el cóctel en un pequeño concierto.
Tapas, cócteles y un ambiente relajado marcaron ese momento.
El gran protagonista visual fue el photocall: un marco floral que se abría a la ciudad como si fuera una postal. Diseñado con tanto detalle como un altar, se convirtió en el escenario perfecto para las fotos más buscadas: las de grupo, las espontáneas y las más divertidas, todas enmarcadas por una pieza que conectaba con la estética general de la boda.
La cena en la terraza de La Divina Pastora
La terraza se intervino con guirnaldas de luces y faroles adornados con vegetación, creando un ambiente de sencillez y elegancia. Mesas con mantelería blanca impecable, centros florales en verde y blanco, y una papelería diseñada al detalle completaron la estética de lujo silencioso que definió toda la boda.
El menú, inspirado en la cocina cubana pero con toques de fusión, acompañó brindis y discursos típicos de una cena nupcial.
Sin embargo, lo verdaderamente memorable de esta cena fue la entrada de los novios: Mae y Pablo llegaron bailando mientras los invitados ondeaban sus servilletas al ritmo de la música. Fue una auténtica fiesta anticipada que marcó el tono de todo lo que vendría después.
La energía de la fiesta
Mae y Pablo inauguraron la pista con un baile muy especial: una salsa de Leoni Torres, en versión romántica que marcó el inicio de lo que sería una noche inolvidable. Los invitados los recibieron entre confetis, servilletas ondeando y aplausos, en una entrada que convirtió ese primer momento en toda una celebración.
Desde ahí, la pista no se vació. Cada canción fue motivo de fiesta, con amigos y familiares bailando sin parar hasta llegar a la hora loca, cuando los zanqueros aparecieron para multiplicar la energía y encender aún más el ambiente.
Fue el broche perfecto para un día que combinó emoción, diseño y tradición, y que cerró con la certeza de que la celebración de Mae y Pablo en La Habana fue tan única como ellos.
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